De niña, me gustaba que mi papá me subiera en sus hombros. Desde esa altura el panorama se veía seguro y mi mundo estaba bajo control. Me sentía confiada. Recuerdo la fuerza con que sus manos me sostenían. Jamas olvidare la tristeza que me dio el día en que por mi estatura y mi peso ya no me fue posible recorrer el camino desde ese maravilloso lugar. Y a medida que fui creciendo, creí que jamás volvería a vivir esa aventura. Pero ¡oh sorpresa!, cuando menos lo esperaba, un día llego a mi vida un Padre más grande, más alto, más amoroso, más fuerte y poderoso que me dijo que El me llevaría en Sus fuerzas y en las alturas, y, ¿saben? desde entonces lo ha cumplido.
El me pasea por la senda de la Esperanza y me muevo llena de Confianza. Sin duda en Sus brazos llegare a mi Destino. Y sé que es la Oración –ese diálogo íntimo y constante que sostenemos con Él – que lo hace sentir Contento y Amado.
La Oración es la que nos mantiene subidas en los hombros de Papá. Es el Mejor Regalo que podemos darle a cambio.
A todos nos agrada que los demás confíen en nosotros. Por eso, la tarea diaria que tenemos por delante, es Agradecerle a Dios expresándole con nuestra actitud, con nuestro corazón y creyendo en Sus promesas, la siguiente frase: ” Padre Mío Yo Confío en Ti”.
Cuando hacemos eso, estamos permitiéndole que sea Él quien nos suba en Sus hombros y nos lleve a ver las circunstancias desde otra perspectiva, desde la altura de Sus promesas. Porque escrito está que a través de ellas, Dios nos bendice, y mejor aún, Su bendición es la que enriquece nuestra vida y jamás acarreará tristeza alguna. (Proverbios 10:22)
Aquí te paso algunas de Sus promesas para que las tengas presentes en los momentos de angustia y necesidad.
Confía en Jehová perpetuamente, “porque” en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos —Isaías 26.4
(Énfasis añadido por mí, para acentuar que toda promesa tiene una condición o una instrucción a seguir. En este caso, es: Si –condición- confío en Él –mi actitud-, y aquí viene la promesa- Él me dará la fortaleza de los siglos. En otras palabras, el poder eterno)
“Yo te pido” que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, “porque” yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas. —Josué 1:9
“En ti confían los que conocen tu nombre”, “porque” tú, SEÑOR, jamás abandonas a los que te buscan —Salmo 9.10
¡Canta, ciudad de Sión! ¡Da voces de alegría, pueblo de Israel! ¡Alégrate, Jerusalén, alégrate de todo corazón! El Señor ha retirado la sentencia (sanción) contra ti y ha rechazado a tus enemigos. El Señor, el Rey de Israel, está en medio de ti: ya no tendrás que temer mal alguno. —Sofonías 14:4-5
“El nombre del SEÑOR” (ningún otro nombre) es torre fuerte, “a ella corre el justo y está a salvo”. — Proverbio 18:10
Pues “yo te sostengo” de tu mano derecha; yo, el Señor tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte” —Isaías 41:13
Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no confíes en tu propia inteligencia. Busca la voluntad del SEÑOR en todo lo que hagas, y él dirigirá tus caminos —Proverbios 3.5-6
(Todos los énfasis son añadido por mí para marcar la condición y la promesa)